Si hace unas semanas Octavio Gómez Milián hablaba en su blog Zaragota del diseño de Estancia de investigación, citando la poesía visual, ahora es el crítico Luis Borrás quien alaba el diseño de edición de nuestra cosecha:
Aunque cada día hay –afortunadamente- más excepciones, lo normal es que la mayoría de los libros sean iguales. (...) rara vez nos sorprende; podemos desgajarlo de la carátula y lo que nos queda no será distinto de otro cualquiera. (...) Todo el trabajo de diseño y la originalidad que los diferencia está en la tapa: la fotografía de la portada, el lomo, las solapas y la contracubierta.
Pues este es un libro que viene a romper con esa convencional uniformidad. Un libro en el que la tapa –sin ser anodina- es sencilla como en un libro de bolsillo, pero que no podríamos arrancarla y valorar como un cuerpo con vida independiente del resto porque está perfectamente integrada en el todo. Por fin las dos partes –cara y vísceras- unidas y haciendo la guerra juntas en lugar de cada una por su lado.
Pero además el interior no es lo previsible, no es sólo texto. El interior es un maravilloso trabajo de maquetación y diseño de Víctor Montalbán dándole otra forma y apariencia a la entraña, alternando diferentes tamaños de letra, páginas en negro, gris y blanco –en las que podríamos tomar nuestras propias notas- y un poema con los versos en vertical como gotas de lluvia. Y dentro también las excelente fotografías en blanco y negro de María Lanuza: panorámicas y de detalle, perspectivas, estampas, postales, miradas y recuerdos personales de un lugar y un tiempo compartido. Víctor lo hace encajar todo –textos y fotografías, tipografía e imágenes- en un solo cuerpo que convierte a este libro en algo más que un objeto plano y mil veces visto; un trabajo que hace de él algo valioso, único, original, placentero; artístico.
Bien felices y contentos con la crítica de Luis, y si queréis leerla entera, podéis hacerlo aquí.